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Tratamientos contra insectos

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La lucha para proteger los granos contra los insectos puede concebirse en dos aspectos complementarios:

En ambos casos se trata de destruir los insectos sin alterar la calidad alimentaria del producto.

Para ello hay que tomar también en consideración algunas medidas de higiene general y de tratamiento de los locales.

Respecto a los granos, existen diversos métodos de lucha: biológicos, físicos, mecánicos y químicos. La lucha química, que sigue siendo hoy el método más utilizado, se caracteriza por dos grandes tipos de tratamiento:

Tratamiento de los locales

Antes de cualquier aplicación de insecticida a las estructuras de almacenamiento (almacén, silo), es necesario proceder a una limpieza sistemática y a fondo de todas las superficies de los locales.

Existe una gama bastante amplia de productos insecticidas para tratar las superficies según su naturaleza.

Así, si se trata de superficies desiguales (ladrillos, piedra, madera no tratada, etc.), el tratamiento se efectúa por pulverización de un producto que se puede mojar incluso hasta que chorree; en cambio, en el caso de superficies lisas no porosas (metal, poliéster), se prefiere vaporizar un concentrado más adherente.

En cuanto al tratamiento del ambiente, su objetivo es destruir los insectos voladores con aerosoles utilizados en lugares herméticamente cerrados.

Este tratamiento debe efectuarse de preferencia después de la puesta del sol, cuando los insectos voladores son más activos.

Tratamiento de los granos con insecticidas de contacto

Lo que se pretende es cubrir los granos con una película de producto insecticida que actúa por contacto con los insectos, con un efecto más o menos rápido y una acción más o menos persistente.

La presentación de estos productos está muy diversificada (polvo para espolvorear, polvo mezclado con agua, concentrados líquidos o productos fumígenos) y condiciona sus diferentes técnicas de aplicación.

En lo que concierne a los granos, y cuando se trata de almacenamiento a granel, se incorpora directamente el insecticida a los granos por nebulización antes de llenar los silos.

Cuando se trata de almacenamiento en sacos, la incorporación debe hacerse antes de llenar los sacos, que se habrán limpiado previamente, por mezcla del producto en polvo o por nebulización.

Para evitar la reinfestación de los granos guardados en sacos, se realizan además espolvoreas o pulverizaciones repetidamente al apilar los sacos y durante el tiempo de almacenamiento.

En cuanto al tratamiento de los granos, el material utilizado para el espolvoreo puede ir desde la simple espolvoreadora mecánica hasta las espolvoreadoras motorizadas; sin embargo, con este tipo de equipo los granos no reciben un tratamiento homogéneo, ya que ciertas zonas reciben más polvo que otras.

La pulverización, que puede ser de tipo mecánico (pulverizador a presión), neumático o térmico, permite una mejor distribución del producto sobre los granos.

En los grandes centros de almacenamiento, para obtener una distribución todavía más regular del insecticida y un buen envolvimiento de los granos, se tratan éstos por nebulización con ayuda de un compresor equipado con una boquilla nebulizadora.

Nebulización de granos antes de su almacenaje en un silo.

Estos sistemas de tratamiento por contacto, si bien tienen una eficacia indudable sobre las formas libres de insectos, tienen poca o ninguna influencia sobre sus formas ocultas (huevos o larvas).

Por otra parte, es posible que algunos residuos del producto, por lo demás poco tóxicos, persistan en los géneros alimentarios.

Tratamiento de los granos por fumigación

La fumigación es un tratamiento que consiste en desinsectar los granos almacenados mediante un gas tóxico llamado fumigante. Esta sustancia, producida y concentrada en forma gaseosa, resulta mortal para una especie viva determinada.

Contrariamente a los polvos de contacto, el fumigante penetra en el interior de los granos y llega hasta las formas ocultas de insectos que se desarrollan en ellos.

Los fumigantes se difunden en todo el volumen en el que se les suelta: su aplicación requiere pues una hermeticidad total del recinto en que se opere.

Así, en el caso del almacenamiento a granel, para proceder a la fumigación de los granos es necesario que los compartimientos sean perfectamente herméticos.

En cuanto al género almacenado en sacos, el método corrientemente utilizado consiste en recubrir los sacos con una lona cuyos bordes se sujetan al suelo o a las paredes.

La eficacia de la fumigación depende por una parte de la concentración efectiva del gas y por otra del tiempo durante el cual los granos quedan sometidos a la acción de aquél.

Según el producto utilizado -bromuro de metilo o fosfuro de hidrógeno (fosfina)-, la duración de la fumigación debe ser respectivamente de 24 a 48 horas para el primero y 5 días como mínimo para el segundo.

Este último producto es el más utilizado, ya que su aplicación en pastillas que se reparten en la masa de los granos es la más sencilla.

Sin embargo, parece necesario recordar que los fumigantes son productos muy tóxicos para el hombre y que por lo tanto su aplicación debe ser perfectamente dominada por un personal competente.

Para el conjunto de estos tratamientos, deben respetarse escrupulosamente las medidas de protección y de seguridad recomendadas (máscaras, guantes, lavado de las manos, cierre hermético de los tubos de fosfina, etc.).

No hay que olvidar además que estos tratamientos son de tipo curativo, de manera que no tienen persistencia alguna en el tiempo. Es recomendable por consiguiente la combinación de las técnicas mediante insecticida de contacto y mediante fumigación.

 

 


Almacenamiento en sacos

Definición

Este método consiste en conservar los granos, previamente secos y limpios, en sacos (de fibra vegetal o de materia plástica) y en apilar éstos ordenadamente en espacios convenientemente acondicionados.

Poco importante en los paises desarrollados, este método de almacenamiento de los granos es en cambio muy corriente en los paises en desarrollo. En efecto, es económico y se adapta bien a las condiciones locales de transporte y de comercialización de los granos.

Existen varias maneras de realizar el almacenamiento de los granos en sacos. Pueden apilarse éstos al aire libre, protegidos con lonas, o bien en el interior de almacenes, hangares o depósitos.

En ciertos casos y sobre todo para las semillas, el almacenamiento de los granos en sacos se realiza en almacenes refrigerados.

 

Almacenamiento al aire libre

Bajo esta rúbrica se agrupan los sistemas en los que el apilamiento de los sacos no se realiza en el interior de edificios construidos mediante obra de albañilería.

Los principales sistemas de almacenamiento al aire libre son:

Estos sistemas ofrecen la ventaja de poder montarse rápidamente y con más facilidad, por lo que suelen adoptarse cuando se presentan necesidades especificas y urgentes de almacenamiento.

Apilamiento en pirámides

Este sistema, a menudo utilizado en zonas secas para un almacenamiento de corta duración, consiste en formar sobre plataformas unas pirámides de sacos eventualmente protegidas de la intemperie.

Las plataformas sobre las que se apilan los sacos deben proteger eficazmente los granos contra los ataques de las termitas.

Hechas de hormigón, asfalto o constituidas por una capa de piedras de sillería recubiertas con lonas o materia plástica, las plataformas deben impedir que la humedad del terreno ascienda hasta los granos.

Para ello, no sólo hay que escoger con prudencia los lugares en que se han de establecer las zonas de almacenamiento, sino que además hay que cavar en torno a las plataformas un canal de evacuación de las aguas pluviales.

Para evitar la rehumectación de los granos en caso de lluvia, es importante recubrir con lonas las pirámides de sacos.

Esta técnica se utiliza muy a menudo para el almacenaje de los granos de maní.

Apilamiento en silos ligeros

El apilamiento en silos ligeros, a menudo adoptado para constituir una reserva de seguridad, es muy análogo al apilamiento en pirámides.

La diferencia sustancial radica en la mayor complejidad de la estructura de almacenamiento.

En efecto, un silo ligero está formado por una plataforma de hormigón, de forma generalmente circular, rodeada de una pared de alambrada galvanizada de unos 2,5 metros de altura.

La cara interna de la pared está forrada con una espesa capa de materia plástica. Hacia el exterior, a unos 50 cm de la pared, se disponen chapas onduladas por todo el perímetro del silo hasta 1 m de altura para proteger los granos de los ataques de los roedores.

Los sacos apilados en el interior se cubren con una lona de forma cónica fijada a las paredes y sostenida por un sistema de cuerdas.

Dada la estanquidad de estas estructuras, es importante almacenar los granos cuando están muy secos.

Los silos ligeros de 500 toneladas son los más corrientes, pero se construyen también con capacidades que oscilan entre 250 y 1 000 toneladas.

Las inversiones necesarias para realizar estas estructuras son bastante modestas, pero su vida útil es relativamente breve, pues rara vez pasa de 5 años.

 

Depósitos y almacenes

Trátese de simples cabañas transformadas por los productores en almacenes o de depósitos modernos y bien equipados, las estructuras de almacenaje deben responder a las exigencias siguientes:

Localización y orientación de las construcciones

La protección eficaz de los granos almacenados contra los agentes atmosféricos (sol, lluvia, humedad) y la funcionalidad de las estructuras de almacenamiento dependen de una buena localización y de una buena orientación de las construcciones.

A este respecto, las construcciones destinadas a almacenes deben reunir estas condiciones:

Dimensiones de las construcciones

Los almacenes de depósito suelen ser de forma rectangular, siendo su longitud aproximadamente el doble de su anchura.

Pueden establecerse las dimensiones de estas construcciones en función de:

Volumen específico

El volumen específico indica, respecto a cada tipo de grano, el espacio que ocupa una tonelada de producto guardado en sacos. Su unidad de medida es el metro cúbico por tonelada de producto (m3/t).

El siguiente cuadro da los volúmenes específicos de algunos productos guardados en sacos.

GRANOS GUARDADOS EN SACOS VOLUMEN
ESPECIFICO
Arroz elaborado, trigo, café 1,6 m3/t
Maíz, sorgo, maní (descascarado) 1,8 m3/t
Frijoles, guisantes, lentejas 1,3 m3/t
Girasol 2,8 m3/t
Soja, cacao 2,0 m3/t
Mijo 1,25 m3/t
Granos de algodón 2,5 m3/t
Harina de trigo, harina de maíz 2,1 m3/t

Multiplicando el valor del volumen especifico (en m3/t) por la cantidad de granos (en t) que se desea almacenar, se obtiene el volumen (en m3) que ocuparán los sacos en el almacén.

Altura de las pilas de sacos

La altura máxima de las pilas de sacos depende del tipo de sacos empleados.

Con sacos de fibra vegetal (yute, sisal, etc.) pueden preverse alturas máximas de 5 a 6 metros, mientras que con sacos de materia plástica (tejido de polipropileno) no deben sobrepasarse los 3 metros de altura.

Por otra parte, hay que dejar entre el techo de la construcción y los sacos más altos un espacio suficiente para que pueda circular libremente un hombre.

Pasillos

Los pasillos entre los lotes pueden tener de 2 a 4 metros de anchura, mientras que los pasillos entre las paredes y los lotes han de tener una anchura mínima de 1 metro.

Locales de servicios

La amplitud y la disposición de los locales de servicios dependerán de la importancia de la estructura de almacenamiento.

Conviene prever en todos los casos, además de los espacios de almacenamiento propiamente dichos:

Esquena teórico de un almacén: M Almacén P. Pilas de sacos A Zona de trabajo B Oficina; R Trastero.

 

Detalles de construcción

El suelo

El suelo del almacén debe impedir que ascienda la humedad del terreno. Para ello, es útil poner una capa de material impermeable (capas de asfalto, tela asfáltica, láminas de materia plástica) debajo del pavimento de cemento.

Las paredes

Las paredes, generalmente de ladrillo o de piedra (pero también de chapa) deben estar enlucidas tanto por dentro como por fuera, y pintadas de un color claro.

El tejado

El tejado debe formar alero, sobresaliendo de las paredes en 1/3 a 1/4 de la altura de éstas, para evitar que penetre el agua de la lluvia por las aberturas de ventilación.

Las aberturas de ventilación

Las aberturas de ventilación, de dimensiones adecuadas, deben estar situadas en lo alto de las paredes, bajo el alero, y en las fachadas correspondientes a los lados largos de la construcción.

Además de facilitar la ventilación de los locales, sirven para iluminar parcialmente el almacén.

Para evitar la penetración de aves, roedores e insectos, es importante que estas aberturas estén provistas de rejas adecuadas y de mosquiteros.

Las puertas

Las puertas deben ser bastante amplias para permitir el paso de hombres, materiales de mantenimiento y productos.

Preferentemente de metal y de hojas de eje vertical, deben abrirse hacia el exterior y estar protegidas contra la lluvia mediante una marquesina.

Mantenimiento de las construcciones

Para garantizar unas buenas condiciones de almacenamiento y prolongar la vida de las estructuras, hay que controlar permanentemente el estado de las construcciones y, cuando sea necesario, realizar oportunamente los trabajos de mantenimiento imprescindibles.

Los pequeños trabajos de mantenimiento ordinario de las construcciones pueden consistir en:

Para garantizar una buena higiene, hay que limpiar además los locales y los espacios adyacentes con gran cuidado y de manera sistemática.

 

Utensilios e instrumental

Para administrar debidamente los géneros almacenados, es importante que los almacenes estén dotados de utensilios e instrumentos idóneos.

Algunos son indispensables para que la conservación de los productos se realice en buenas condiciones; otros son menos necesarios pero facilitan y hacen menos penoso el trabajo del personal.

En función de la importancia de sus estructuras, se recomienda equipar los almacenes con el material siguiente:

Materiales de manipulación

La manipulación de los sacos de granos es generalmente manual, cargándose los sacos al hombro.

Para facilitar esta tarea se utilizan carretillas, que permiten transportar sacos uno a uno.

Conviene recordar que no deben utilizarse garfios, ya que deterioran considerablemente los sacos.

En las grandes instalaciones se realiza el apilamiento de los sacos con ayuda de un transportador de cinta sin fin, pero en los pequeños almacenes se prefiere un elevador móvil, de uso más fácil pues ocupa poco espacio en el suelo.

No obstante, este último aparato eleva los sacos uno a uno, mientras que el primero tiene la ventaja de operar de manera continua.

Equipo para el reacondicionamiento de los productos

Puede ser necesario proceder al reacondicionamiento de productos cuya calidad a la recepción parece dudosa.

En tal caso, hay que disponer de una unidad de reacondicionamiento de los granos constituida por dos tornillos de alimentación con tolva de entrada, una limpiadora-separadora, un aparato para el tratamiento contra insectos, una pesadora-ensacadora y una cosedura de sacos.

Esquema de una unidad de reacondicionamiento: 1 Tolva de entrada 2 Limpieza 3 Desinsectación; 4 Ensacado.

 

Sacos y tarimas de carga

Los granos se introducen en sacos, de los que el almacén debe tener amplia provisión: sacos de fibras vegetales (yute, algodón, etc.) o de plástico (polipropileno).

La elección del tipo de saco es importante, ya que determina la altura de las pilas.

Las pilas se levantan sobre tarimas, que evitan el contacto directo de los sacos con el suelo. Estas tarimas son por lo tanto indispensables para evitar que ascienda la humedad desde el suelo del almacén.

Es recomendable escoger o construir tarimas ligeras para facilitar su desplazamiento dentro de los almacenes.

 

Gestión del almacenaje en sacos

Para organizar debidamente las actividades de recepción y almacenaje de los granos suministrados o depositados en sacos es necesario respetar las reglas generales siguientes:

Levantamiento de las pilas de sacos

Cada tipo de producto debe tener un emplazamiento reservado en el almacén.

Para ello se pueden trazar con pintura marcas en el suelo dejando libres los pasillos de inspección entre las paredes y las pilas de sacos, así como pasillos más anchos de manipulación frente a las puertas.

Antes de levantar las pilas sobre las tarimas, hay que comprobar el buen estado de éstas (que no sobresalgan clavos, por ejemplo).

Para que la pila tenga una buena estabilidad, cada saco debe colocarse de manera que se le superpongan otros dos.

Además, los lados de las pilas deben mostrar una inclinación hacia el interior del montón, inclinación que será mayor cuando los sacos sean más escurridizos (sacos de plástico sobre todo).

Los sacos pueden apilarse también en forma de piramídes.

En cuanto a la altura, dependerá del tipo de sacos (de fibra vegetal o de plástico), de la fragilidad de los productos contenidos y, evidentemente, de las dimensiones mismas del almacén.

Por otra parte, la altura de las pilas de sacos no debe ser superior a su anchura.

El uso de sacos de tipo y dimensiones iguales y la regularidad de las pilas levantadas permiten un control rápido de las cantidades almacenadas.

En efecto, multiplicando el número se sacos de una capa por el número de capas de la pila puede determinarse el número total de sacos de cada lote individualizado.

Una vez levantada la pila, debe ser objeto de un control administrativo. Para ello, hay que rellenar y tener al día unas fichas en las que se inscriben, por lo menos, los datos siguientes: número de sacos, naturaleza del producto y fecha de recepción, fecha del levantamiento de la pila, naturaleza y fecha de los tratamientos contra insectos efectuados.

Es preciso rellenar estas fichas en dos ejemplares, uno para la administración del almacén y otro para sujetarlo a un saco de la pila correspondiente.

Inspecciones

Los almacenes deben ser sometidos a inspecciones frecuentes para comprobar el estado de los productos y de las estructuras.

Aparte de las visitas diarias, es necesario realizar inspecciones más a fondo cada semana o cada quince días, para prevenir las pérdidas ocasionadas por la acción de roedores, insectos y mohos.

Estas inspecciones, que se harán de preferencia al final de la jornada, tendrán por objeto:

Se recomienda, finalmente, un control general y completo mensual de las instalaciones y de los productos.

 

 

Almacenamiento a granel

Definición

Este método consiste en conservar los granos, sin embalaje alguno, en el interior de estructuras construidas con ese fin (graneros, silos).

Los tipos de construcción son bastante variados. Puede haber, en efecto, estructuras relativamente sencillas y de escasa capacidad para guardar los excedentes agrícolas en las zonas de producción, o bien instalaciones complejas de grandes dimensiones para el almacenamiento comercial o industrial de los productos.

En general, las estructuras de almacenamiento a granel pueden agruparse en dos categorías: los silos o graneros de pequeña capacidad para el almacenamiento en la granja y los silos de gran capacidad.

Estos últimos, muy utilizados en los paises desarrollados, no están todavía muy difundidos en los paises en desarrollo.

Unos sistemas de transporte y comercialización inadecuados o totalmente inexistentes, la falta de inversiones iniciales de cierta importancia y la complejidad de las instalaciones han limitado, hasta ahora, la difusión de estas estructuras de almacenamiento.

 

Silos de pequeña capacidad para el almacenamiento en la granja

El almacenamiento en la granja es la forma esencial de guardar el grano en los medios rurales de muchos países en desarrollo.

Se practica sólo con cantidades muy limitadas de grano, la mayor parte de las cuales se destinan al consumo propio.

Existen varios tipos de estructuras tradicionales de almacenamiento, adaptada cada una al clima propio de cada país.

Su característica común es el empleo de materiales disponibles localmente.

Citemos a titulo de ejemplo los graneros cerrados de tierra de las zonas secas y los graneros ventilados de fibra vegetal y madera empleados en las zonas húmedas.

En las zonas secas, los riesgos de degradación de los productos proceden esencialmente de los insectos y de los roedores, y son generalmente menores que en las zonas húmedas, en las que al ataque de estos animales se añade el moho.

Para reducir las pérdidas de producto se han concebido dos tipos de intervenciones en el plano de la construcción: por una parte, el mejoramiento de las estructuras tradicionales de almacenamiento, y por otra la construcción de estructuras nuevas sobre la base de materiales no tradicionales.

El primer tipo de intervención ha dado lugar, por ejemplo, al mejoramiento de la construcción de graneros de tierra, empleando pequeñas cantidades de cemento que se mezclan con la tierra, o realizando un acabado cuidadoso (alisamiento) de las paredes del silo.

Otras experiencias más innovadoras consisten en el empleo de silos de pequeña capacidad (I a 2 toneladas) de ladrillo o de bloques de tierra estabilizada, o de barro o adobes.

El segundo tipo de intervención ha conducido a la introducción de nuevas estructuras de almacenamiento que requieren en general técnicas de construcción y materiales no tradicionales.

Cabe citar, por ejemplo, los silos de hormigón o cemento armado y los silos metálicos.

Entre los silos de hormigón, el de tipo "Carreras", realizado con una mezcla de cemento, presenta una forma cilíndrica y tiene algunas toneladas de capacidad.

Su originalidad radica en la utilización de bloques curvos y en el hecho de que su construcción no requiere encofrado.

Por otra parte, los silos de cemento armado se realizan a partir de un armazón o red metálica que se rellena con un mortero de cemento.

Esta técnica de construcción permite construir fácilmente silos resistentes y de gran capacidad.

Los silos metálicos pueden ser de dos tipos:

Los primeros, dada su reducida capacidad, son más aptos para la conservación, en medios rurales, de semillas o productos difíciles de conservar (por ejemplo frijoles o habichuelas).

En cuanto a los segundos, hay que considerarlos como verdaderas estructuras de almacenamiento en la granja.

El carácter hermético que generalmente tienen estas estructuras permite una buena protección contra los roedores, así como un almacenamiento hermético de los productos.

Cualquiera que sea el tipo de estructura utilizado para el almacenamiento en la granja, es esencial respetar ciertas reglas fundamentales, tales como:

 

Silos de gran capacidad

Los silos de gran capacidad son estructuras complejas previstas para el almacenamiento comercial o industrial de grandes cantidades de producto (varios miles de toneladas).

Existen diferentes tipos de silos concebidos por constructores especializados. Pueden distinguirse en particular:

Los primeros están constituidos por varias cámaras de almacenaje más altas que anchas, de chapa o de hormigón armado. Esta categoría comprende silos compuestos de:

Los segundos tipos de silos, igualmente de chapa o de hormigón, están constituidos por cámaras yuxtapuestas, de planta cuadrada o rectangular, más largas y anchas que altas.

Las cámaras metálicas redondas, relativamente corrientes, requieren inversiones más modestas y son fáciles de montar.

Las cámaras poligonales, análogas a las redondas, son de diámetro fácilmente adaptable.

Las cámaras redondas de hormigón garantizan un buen aislamiento térmico de los productos y permiten un desarrollo vertical muy superior al que se obtiene con las cámaras metálicas.

Las cámaras cuadradas o rectangulares, generalmente de fondo plano, requieren inversiones más elevadas por quintal almacenado, pero permiten utilizar mejor los emplazamientos disponibles.

Para evitar los inconvenientes provocados por una eventual elevación de la temperatura y garantizar una buena conservación de los productos, las cámaras de almacenamiento están a menudo equipadas con sistemas de ventilación unidos a un control de la temperatura.

En lo tocante a la conservación de los productos, estos sistemas de ventilación pueden tener los efectos siguientes:

Siempre para garantizar una buena conservación de los granos, se construyen además silos particulares, estancos, en los cuales el producto se almacena sin oxígeno, sea en una atmósfera confinada, sea en una atmósfera controlada.

En el primer caso, el oxigeno que queda en el interior del silo es consumido por la "respiración" natural de los granos, de los insectos y de los microorganismos, siendo sustituido simultáneamente por el gas carbónico producido por esa respiración.

En el segundo caso, una vez cerrado el silo hermético, se procede a sustituir la atmósfera interna mediante inyección de gases inertes (nitrógeno, carbónico).

Pese a sus evidentes ventajas, los silos herméticos tienen todavía una difusión limitada, dada la complejidad tecnológica de tales sistemas de almacenamiento, sobre todo si se trata de cámaras de gran capacidad.


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